domingo, 7 de septiembre de 2008

Anita.... YO?

Quiero hablar de la Dra.©Ana María Zepahua Lazos, a quien cariñosa y sencillamente sus amigos llamamos “Anita”, una de las personalidades a quienes el pasado 5 de septiembre, en un auditorio lleno de flores, de juventud, de conocimiento y reconocimiento, el Grupo Educativo UNIVO al celebrar sus XX años de vida, reconoció el esfuerzo y entrega de quienes han formado parte de su historia.

Tuve la suerte de conocer a Anita en 1981, cuando inicié mi labor docente en el Instituto Tecnológico de Orizaba. Anita, cursaba entonces el bachillerato técnico. Nos hicimos grandes amigas y a partir de entonces, somos familia. En 1992 viajamos juntas a Cuba y en enero de este año 2008, hicimos un recorrido por el interior de China: de Beijing a Shanghai.


Anita es un ser humano dotado de una lealtad a prueba de cualquier situación, tiene el talento personal de aparecer en el momento que alguien la necesita, sabe ser útil al mismo tiempo que sutil, es discreta, atinada, se deshace de su ego como quien monda una naranja. Siempre da: siempre se da. Y si no recibe nada a cambio, sigue dando (se).





He dedicado a Anita el cuento “El Ministerio de la Envoltura”, 2004; el poema “Tri femia” publicado en mayo 2002 en la Revista “Castálida” del Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, Edomex; y recientemente, después de nuestro viaje a China, el poema

La mujer del tren

Nos despojamos de los guantes
como desciende de un vagón
el pasajero no esperado.

Los amargos rictus
que empañaban las ventanillas
calibraron la desnudez
de nuestras miradas.

Fue el té verde habitación
o un pequeño pez dorado
en la roja pecera de tus labios.

Sin tiempo para pintarte

ignoré el color de tu vocabulario.


Tri femia

Por la enredadera que protege al viejo balcón, manto de amatista incrustado de esmeraldas, desnuda, Julieta se descuelga lentamente. Intenso aroma de madreselva le penetra los muslos y estremece sus pechos de paloma, cuyo agitar de alas le inunda de suave calor las mejillas. Acomodada ya en el jardín, platica de un extraño sueño con la fuente, quien le contesta murmurando un lenguaje hasta ahora desconocido.
De pronto, Julieta soporta la dulce transformación del vello de su pubis en armadura sonrosada. Juana, la doncella, apunta amorosamente hacia ella con la punta de su flecha tensa sobre el arco de Orléans.
Mientras ambas sostienen esta lucha, la pluma de Sor Juana acaricia suavemente la redondez de sus contornos y, sobre un papel amarillento, desgarrado, escribe décimas indescifrables. Ruedan por el suelo toca y hábito.
Ahora, las tres galopan remontando a tientas la oscuridad, hasta que la aurora se devuelve desdoblando lentamente por la esquina del mundo: aroma de madrugada.
El norte está sembrado, pero de la tierra no brotará nada: está reseca. Sólo los billetes reproducirán a la monja, las estatuas de piedra a la doncella y las películas a Julieta, quien retarda el momento de su encuentro con el veneno. La tumba espera, mas no está dispuesta, ha encontrado una razón a su existencia.
Las tres vagan en el día y pernoctan en cualquier parte. Reunidas, esperan jugando a los dados; el mozo de los mil cuentos, nunca aparecerá, ha tenido pavor ante tanto abrazo.

No hay comentarios: