domingo, 7 de septiembre de 2008

Díptico o Génesis a Dos Voces, de Nati Rigonni Olivo

Díptico
UAEM
Editorial La Tinta del Alcatraz
2001



Para disminuir un poco el efecto que suele suceder en las presentaciones, de que alguien empieza a hablar sobre una obra de la que el público no tiene una idea clara, quiero ser muy cauta en esta ocasión: nos hemos reunido aquí para dar a conocer el libro titulado oficialmente Díptico, escrito por Naty Rigonni, quien tuvo a bien conferirme el honor de hacer esta intervención que estoy tentada a llamar modesta; sin embargo, no quiero correr el riesgo de que tal palabra califique a la presentación en sí misma, lo que pretendo es dar un adjetivo a mi actuación.
Retomando el asunto del título del libro, se preguntarán por qué he dicho “oficialmente”. Sucede que todas las ocasiones que Naty me ha hablado de él, se ha referido al mismo como “Génesis a dos voces”, por lo que sugiero que éste fuera el nombre cariñoso por el cual nos debiéramos referir a tal obra. Pensándolo un poco más, me parece que tampoco es suficiente referirse a él como “el libro de Naty Rigonni, a quien cariñosamente ella llama Génesis a dos voces”. El asunto es que lo que traemos esta noche entre manos, y es literal, es algo más que un libro.
Permítaseme explicar que aludiendo a los géneros literarios, el lector encontrará en él algo más que poesía, podríamos decir que hallará un relato, un diálogo; que existe en esta obra, aparentemente de prosa poética: un drama, un canto, un lamento, una historia. Para no abusar de las categorías literarias, diremos que la obra en cuestión es también un acertijo, una composición gráfica, una escalera (como ya lo menciona Carmen Nozal), una novedad; vive dentro un rompecabezas, un juego oculto, una decadencia, una supervivencia, un mundo, un universo, un embudo, una espiral, y ¡maravilla! La obra es también una ecuación matemática. No en forma de igualdad, sino de una desigualdad en la que los polos opuestos: femenino y masculino, van adicionando elementos, los multiplican, diría que los factorizan, y desarrollan un producto notable.
Continuo renacimiento se gesta en cada cópula, que es prolongada y sostenida por la poeta a través del mes de mayo y sus treinta y un días redondos, soleados como gajos de naranja agridulce que se van desgajando uno a uno, cayendo cual pieles que muda la serpiente, símbolo de la sabiduría.
La poesía se presenta como hija de esta unión: en el medio de la desigualdad se confunde, la voz de Amaranta con la voz de la poesía. Los poemas niegan que existe mayo, pero mayo es más que un mes. Mayo escrito con mayúscula es un personaje que aparece misterioso asomándose en los diferentes momentos de este libro, que no es libro, que se ha convertido en la vida de Naty, en su reencuentro con ella, con el sexo, con su pareja, con su vientre hinchado, con la experiencia de ser madre, con la añoranza por la visita de las mareas rojas de la luna que la han abandonado, con la tristeza infinita que le deja en sus mejillas noches interminables de llanto por sentir lo que la muerte puede hacer con los humanos.
Ella ha sido escogida para ser portadora de la vida. Mayo le demuestra con cada uno de sus dedos, que son los dedos de un Dios encontrado y re encontrado, que en cada momento que las niñas corren y saltan sobre la rayuela, es ella misma gestándose en su propio vientre aprendiendo a creer en un Dios que antes consideraba inexistente.
Naty nos demuestra que la maravilla de la vida, de gestar la vida, es una obra más grande de la que cualquier humano puede crear, aunque empiece con un hecho indiscutiblemente terreno, el más prosaico de todos: el desgajamiento de la naranja que todas las mujeres llevamos dentro. Este hecho tan aborrecido por la sociedad hipócrita, tan perseguido, tan castigado, se transforma en un acto divino, prolongación de la especie humana, pero he aquí que el génesis de Rigonni da dos gritos de parto: nace Amaranta de esa cópula, pero también nace la poesía. Y para Naty, este parto se origina en mayo, y Mayo es entonces el fruto que ella abreva del árbol del paraíso. Ahora los gajos son los de él que ella aprieta en su vientre y Mayo se yergue entre ellos como la poesía que ella reinventa para cantar a Amaranta y a su hombre.

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