viernes, 3 de agosto de 2012

Pincelada



Borrosa pincelada de luna
se fuga entre el cristal y el ayer.

Luciérnagas votivas
hacen señas a la noche
y su complicidad de luz
se vuelve aliada
de un pasado inconcluso.

Lilia Ramírez

Sol de primavera


Algunas mañanas, el sol de primavera entra como intruso
por ventanas y resquicios, se apodera de espejos
y libreros. Lustra la cubertería.
Entibia los vasos de agua, desciende por las paredes,
se arrastra por el suelo,
entra salvaje en las pupilas
y enceguece la memoria. Es el momento de
untar bloqueador en el rostro
y tapiar los ojos con alguna marca cara
de gafas solares.
La partida es inminente.


D.R. Lilia Cenobia Ramírez, 2013

Artificial


Artificial, pero sencilla,
racional, pero incendiada,
 te amé como si no pasara cosa alguna,
como si el amor gratuito
con la distancia se ensanchara,
como si un silencio añejo
muriera entre tus dientes.

Lilia Cenobia Ramírez

Otoño rojo


Con una fiesta de pájaros concluyó,
al borde del rapto,
ese día encendido de rojo.

Envuelta en sensación divina,
encontré mi abrigo en ese amor taimado
que el otoño siente
                           por el viento que lo deshoja.   

Lilia Cenobia Ramírez 

Amanecer


Amaneció esa noche como dicen que amanece
cuando dos amantes se tocan nuevamente: 
el agua trastrocada en fuego
y la sed entretenida por esas distancias
años luz, que en un abrir y cerrar de ojos
nos acercan a la estrella más lejana
navegando en mar abierto.

Amaneció esa noche con un sol que abrasa,
sin recato, antiguas desnudeces.
La misma dulzura se hizo angustia
y aún así, con la humedad entorpecida,
amaneció la noche

                         con la sabia claridad del alma. 

Lilia Cenobia Ramírez