miércoles, 10 de diciembre de 2008

La muerte vino por agua, de Lilia Ramírez
















Año dos mil siete
Sierpe
sierpe de piedra y pluma
dormita en la tosca boca
Sierpe
sierpe de piedra y pluma
cuaja la lluvia de otoño

Aquella dulce palmera
la del verdor destrozado
flota en el Grijalva

Sideral comadrona
la del huipil estrellado
rasga el vientre de luna
entre costales de arena
nace copiosa lluvia
ciudad de las luciérnagas

Desde antes que diluviara
desde antes del entierro
como presagio en su piel
como selva, como jade
existe en la Venta urbana
el jaguar y su signo

Octubre ahuecó el cielo
octubre y su rojo ámbar.
olmeca silencio líquido:
la muerte
vino por agua.

Aquella dulce palmera
la del verdor destrozado
flota en el carrizal

En el ojo de la tormenta
que a estas horas
es sólo un malecón
de aves quietas
se desparraman
amarga espuma de xocolate
jícaras con queso fresco
y las seis de la mañana



































































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