domingo, 22 de febrero de 2009

Gatos, de Lilia Ramírez


Los ojos del gato que se comió la noche me persiguen en la bruma, me acosan
todo el tiempo, me fastidian en pesadillas horrorosas.



El gato de larga cola se asoma por la rendija de una silla, arrastra sus ojos
aceituna y observa a la tía bebiendo tila.

Un gato se disfraza de cartero.
Un chal resbala por los hombros.
Unas manos abren una carta lentamente.


Una tarde perfuma versos desdoblados.

No hay comentarios: